Entre peluqueros y diseñadores

 

 

Al sentarme me hizo una de las preguntas que más me fastidian pero que todos hacen “¿Cómo le corto?”, solo pensé; a ver señor peluquero llevo 30 años que no tengo la menor idea de qué estilo de peinado me queda bien, pero creo que usted tiene la preparación suficiente, la experiencia y criterio necesarios como para recomendarme algo que no me haga lucir como cholo zarrapastroso. Sin embargo simplemente dije; “Sorpréndeme”. Ante tal anécdota me puse a pensar si esto sucede en otras ramas profesionales y me temo que sucede en todas, sin embargo quisiera hacer una puntual comparación con la actividad de los diseñadores gráficos, directores de arte y creativos publicitarios.

Considero que lo peor que nos puede pasar profesionalmente es llegar a hacer de nuestro día a día de trabajo una rutina limitada en obedecer órdenes y que nos digan lo que debemos hacer. De llegar a pasar hago las preguntas ¿Entonces para qué chucha se estudia? ¿Acaso se cree que siempre habrá alguien encima o clientes detrás diciendo lo que se debe hacer? He conocido peluqueros que tienen un gran criterio, son capaces de asesorar a sus clientes sobre lo que les luciría bien y con eso obviamente ganan recomendaciones, fama y respeto. Se vuelven estilistas ¿Qué pasa con los demás?.

¿En qué se están pareciendo los diseñadores a los peluqueros? Básicamente en la falta de  confianza en el criterio o la falta de búsqueda de criterio. Para ser bueno en cualquier cosa se necesita experiencia, sentido común y sensatez sobre lo que es bueno o malo. Nada más. Un cliente busca asesoría, no hay que confiarse que el man se las sabe todas, nadie se las sabe todas. Si hacemos diseño no seamos peluqueros comunes, hagamos estilos, recomendemos maneras de mostrar bellas a las marcas, revisemos libros de cortes y analicemos cómo se diseña en otras partes, si nos piden un corte agreguémosle lavado, rinse, café y cera. No es difícil, es crecer profesionalmente, es lograr que otros se vean mejor. He dicho.