Diez años después
Y con este post, me consagro como excesivamente emocional.
Diez años después. No sé si por coincidencia, o aquel karma que te lleva la contraria cuando dices que no harás algo por mucho tiempo. No sé, el hecho es que volví, exactamente diez años después.
¿Qué puedo decirte ciudad que me hizo crecer? Empecemos con que no soy el mismo que conociste. Muchas cosas me hicieron madurar y otras, no tanto. Agradecido contigo, eso siempre, es que supongo que te extrañaba, y cómo no hacerlo. Ciudad testigo de los riesgos asumidos, el jugársela por lo que se quiere, de mis épocas de carencia y bonanza, de buenos amigos, de interesantes historias, pero a la vez, de ningún arrepentimiento.
Y es que fui a darte las gracias, supongo. A recordar. Reír contigo del proceso de aprendizaje, de los reencuentros incómodos en Ezeiza, la vida de estudiante y sus aventuras frente al Parque Las Heras, cómo se ha honrado lo aprendido sobre Vuelta de Obligado, la sensación de viajar en el 130 a la cancha de River, valorar y repetir rezagos de una vida diferente, totalmente diferente.
¿Cuántas cosas podría decirme a mi mismo cuándo te estaba conociendo? podría adelantarme historias que suenen inverosímiles de lo que podrá pasarme en pocos años, las metas conseguidas, los intentos errados, hablar sobre esos fríos en el alma peores que los de invierno, y esas dichas que superan cualquier día de la primavera. Pero no, no sería conveniente. No quisiera arruinarme la sorpresa de lo que guardan los años venideros. Quizás tan solo me recomendaría que me tome las cosas más a la ligera, y también un poco más en serio, nada más.
Me diría con una sonrisa que no me preocupe, porque con idas y venidas, diez años después, seré feliz.
¿Cuántas cosas podría decirme a mi mismo cuándo te estaba conociendo? podría adelantarme historias que suenen inverosímiles de lo que podrá pasarme en pocos años, las metas conseguidas, los intentos errados, hablar sobre esos fríos en el alma peores que los de invierno, y esas dichas que superan cualquier día de la primavera. Pero no, no sería conveniente. No quisiera arruinarme la sorpresa de lo que guardan los años venideros. Quizás tan solo me recomendaría que me tome las cosas más a la ligera, y también un poco más en serio, nada más.
Me diría con una sonrisa que no me preocupe, porque con idas y venidas, diez años después, seré feliz.
Te extrañaré, como siempre lo hago, supongo que de eso se trata el amor. No importa cuántos años pasen, siempre serán intactas las ganas de verse de nuevo, o podría seguir el consejo de Joaquín Sabina, a pesar de que hace mucho tiempo dejé de escucharlo. Él decía: "Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver".
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