Diatriba contra los “mijos”


Si de algo me han servido los casi 29 años pisando este incomprensible planeta, han sido para saber diferenciar cuando uno critica o putea por envidia o porque se tiene al menos un par de dedos de frente para hacerlo por criterio, lo digo porque estas observaciones que haré contra los queridos “mijos” no esconden entre sus líneas ni la más pequeña migaja de celos por su estilo de vida, al contrario, me parece tan graciosa que me ha inspirado para escribir este post.

Antes que nada es importante aclarar quiénes son los “mijos” y cuáles son sus diferencias con los aniñados y pelucones, a diferencia de estos dos últimos, los mijos no siempre tienen mucho dinero aunque aparenten tenerlo. La principal diferencia es su comportamiento de niños malcriados con juguetes de adultos y ropa de marca. Cabe mencionar que muchos aniñados y pelucones son personas dignas de respeto y admiración, pero en el caso de los “mijos” lo único admirable es que hayan aprobado la primaria.

Se caracterizan por residir en Quito y en sus valles aledaños, aunque los hay también en Ambato y Riobamba, los distingue un excesivo uso de gel, camisas a cuadros o rayas, cinturón y zapatos de cuero, un gusto irracional por el reggaetón y la salsa, el uso de gafas de sol en la noche, sobre sus hombros no descansa responsabilidad alguna sino un saco de lana y se movilizan en el auto prestado de sus padres, si es propio, tendrá seguramente accesorios de tuning que pudieron haber costado más que el mismo auto.

Carecen de respeto ante la sociedad, se pelean en las fiestas por huevadas, se embriagan en la calle al pie de sus autos, son fieles asistentes de la Feria de Quito aunque muchos no tendrán ni puta idea de toros así como tampoco tienen idea de dónde carajo queda la Guaragua. Creen que las borracheras pasadas son el mejor tema de conversación y son omnipresentes en las fiestas de pueblos como la Mama Negra, el Paseo del Chagra y el carnaval de Guaranda, entre otros.

Son tan graciosos que han servido como personajes de comerciales de Hepabionta y alguna universidad, han sido imitados en canciones de la Rockola Bacalao y hasta parodiados en programas humorísticos. Pero a ver, que no todo es malo, son un motor fuerte de la economía ecuatoriana; son consumidores fieles de malas discotecas, de los bares de la Plaza Foch y de las empanadas de morocho en el estadio de la Liga donde los conocen como “noveleros”.

Mi problema con ellos es cuando me los encuentro conduciendo o mejor dicho, compitiendo en la calle, cuando veo lo mal que tratan a sus novias, cómo son con sus padres, lo que piensan de cómo ganarse la vida y lo que les importa la vida de los demás. Seguramente a futuro alguno de ellos llegará a ser alcalde o presidente, pero cuando llegue el momento seré como Juan Montalvo ante García Moreno, aunque ahora ya no sea la pluma lo que escriba. Bueno, debe haber uno inteligente, digo, debe haber ¿no?.


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