La bendición abuelita


Se desocupan los instrumentos de cuidados especiales, se recoge las pertenencias de los acompañantes, se declara disponible la habitación en la sala de aislamiento del hospital.

Teléfonos que suenan, mensajes de apoyo y trámites porque para todo toca hacer trámites en esta puta vida, inclusive cuando llega a su fin.

Y fueron 96 años que el mundo tuvo la suerte de verte abuelita Clarita. ¿Cuántas historias pueden vivirse y contarse en ese tiempo?. Mente lúcida para recordar el nombre de un esposo, 9 hijos, 17 nietos, 15 bisnietos y una centena de conocidos. Corazón infinito para darnos tanto cariño a todos y cada uno. Una sonrisa sincera con cada saludo, una mirada amorosa con cada encuentro y toda la fe en Dios en cada bendición.

Fuiste un noble significado de la palabra "Madre", el ejemplo más sólido de la palabra "paciencia" y la embajadora más destacada de la palabra "amor".

De a poco, se llena una silenciosa sala. Todos visten de negro, la lluvia persiste al igual que los abrazos de solidaridad. Compartimos un café,  el silencio y una plegaria. Recordamos, porque creo que estar en la memoria de los que se quedan, es la verdadera razón de nuestro fugaz paso por este ingrato mundo.

Una vez, alguien del extranjero me preguntó extrañado, el por qué de nuestra costumbre ecuatoriana de pedir la bendición a padres y abuelos. Bueno, hoy, lo hice por última vez. Supongo, que pedimos bendiciones en vida para que nos sigan bendiciendo después de ella.

La bendición abuelita.
De parte de ese pendejo nieto tuyo que se pone a escribir cuando no le salen las palabras.

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