Creo que me quemé


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Muchos de los que se dedican a la industria de la publicidad parecen tener las cosas muy claras. Son capaces de publicar artículos con 10 consejos para estrategias de cualquier marca, pueden sugerir cómo evitar cometer los errores más comunes de usar cualquier medio, tienen una opinión precisa y convencida para absolutamente todo y al parecer, tienen una idea de campaña lista para cada marca que se ponga al frente.

Qué envidia. Y me lo digo frente a la hoja en blanco que lleva estando así por horas, con un lápiz recién afilado y tratando de mediar en la pelea de dos voces en mi cabeza; una diciéndome posibles ideas y la otra diciéndome que soy un completo fracaso.

¿Cómo hacen algunos para trabajar tanto tiempo en el negocio de las ideas? ¿Cómo hacen los que acumulan fortuna y gloria alrededor de esta profesión tan desvalorada? Y tal vez cometo un error al revisar lo que hacen y dicen grandes líderes de esta industria porque al compararme no encuentro el punto en común por más ánimos y dedicación que creo haber puesto.

¿Cómo hacen quienes pueden dejar todo de lado por un tiempo y dedicarse a sí mismos? ¿Cómo se alimentan las mentes brillantes que inspiran, contagian y motivan? ¿Cómo manejan ellos sus propias emociones y las voces de auto sabotaje que resuenan en la mente? O acaso solo soy yo quien se ha tenido que enfrentar a esta incertidumbre.

Sin saber si es peor que tu sicólogo te diagnostique con síndrome del Burnout o si soy yo el culpable por sentirme débil donde otros podrían ser más fuertes. Que la vida profesional se base en una espera de oportunidades que no dependen de mí y un constante cuestionamiento de si he invertido bien el dinero que he ganado en estos años. De tener mi pasión profesional en cuidados intensivos, mi ánimo en cero y mi peso al límite.

Siento que no escribo como antes, que no pienso como antes y dudo si alguna vez lo hice bien. Siento que opinión no es relevante, que mi capacidad no es suficiente y que mis energías son cada vez más nulas.

Sí, posiblemente es una etapa, que me falte madurez, o puede que la voz que compite con aquella de las ideas, esa que no quiere verme feliz, ya me haya vencido.

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