Feliz año
Decir
feliz año, esta vez, viene a ser algo parecido a un grito de guerra. Me
explico:
En
medio de una economía que parece inclinarse hacia la incertidumbre, una
sociedad que pierde de a poco el sentido de vivir en sociedad, una naturaleza
amenazante e impredecible y panoramas políticos que pierden su seriedad,
coherencia y estabilidad, quiero decirte algo: Feliz año.
Que
este sea un grito de guerra para valorar y cuidar lo conseguido, ser agradecido
por las personas que nos acompañan y por tener las capacidades de salir a buscar
nuevos propósitos. Que sea un tiempo de sabiduría para distinguir lo
importante, que las metas no se traduzcan en lo material, irrelevante o
excesivo, que nos enseñe que la adversidad es la mejor maestra de vida y que la
suerte se construye de a poquito sacando los pies de las tibias sábanas cada
mañana.
Deseo,
que cuando caiga el telón de este 2016 que comienza, podamos ver atrás con una
sonrisa y sigamos estando contentos por todo eso que tenemos y por todo eso que
nos falta. Que hayamos aprendido a sacar
la basura, conducir con el tanque lleno de generosidad y a ser expertos en dar
abrazos.
Qué
bonita es esta oportunidad que nos dan las fechas para poder empezar de nuevo,
algo bueno debíamos haber inventado los seres humanos. Por eso; feliz año, que
el optimismo no es más que tener los huevos para agarrarle el culo a los
problemas y encontrar el modo de salir airosos de ellos. Arrimar el hombro,
levantar la frente, dar la mano y ejercitar el corazón.
Feliz
año, porque no vinimos a esta puta existencia ser ricos, sino a ser estúpidamente
felices.
Con
cariño, quien suscribe.
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