Me agrada la gente diferente
¿Qué
puedo decir? me agrada la gente diferente. Una variedad extraña y poco
comprendida de seres compatibles con la soledad ajena, pero a la vez, incompatibles con el mundo que los rodea. Esas personas que se esconden en sus sabios
silencios, pasiones individuales y universos creados, porque sintieron que no
calzan fácilmente en el que les tocó vivir.
Me
agrada esa gente diferente que te acompañaría a mezclar un café con algo de opinión
política y azúcar morena. Presenciaría contigo el puntual cambio de guardia de
la luna y el sol; construiría con su voz femenina, una inmensa e interesante constelación
de letras, recetas, películas, lugares y canciones.
Y que
estaría loca, socialmente hablando.
Me
agrada esa gente que contaría contigo para ir a no contar calorías, que
desafiaría leyes comprobadas de tiempo y espacio a pesar de saberse insignificantes
ante el vasto universo. Que compartiría contigo el asiento derecho del auto, el
izquierdo de la cama y la firme idea de que el mundo puede irse ya mismo a la puta mierda.
Me
agrada esa gente que te invitaría a compartir ese viejo cofre donde guardabas las dudas
y certezas acumuladas por años, y que en tan solo una noche agotaría contigo
todo el vino y secretos que hayas intentado reservar.
Y que en
sus palabras tus opiniones se vuelvan arcilla húmeda.
Y que
en sus ojos se te olvide todo lo que ibas a decir.
Y que llegaría
ayudándote a encontrar la manera de romper el silencio, o la línea imaginaria
de lo socialmente correcto, atravesaría contigo ese trecho absurdo entre ser alguien
quien conoces, hacia alguien con quien frecuentas.
O tal vez, sencillamente, me agrada pensar que esa gente existe en algún lugar pensando lo mismo.
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