La poderosa y olvidada verdad




Es curioso como algo que dices en broma puede albergar tanta verdad detrás. Digo, es que esta semana puse en Twitter algo sobre vetar legalmente ciertas palabras en publicidad por lo fácil que resultan usarlas, tanto que se han vuelto inverosímiles; “Mejor”, “decisión”, “disfrutar”, “precio”, aunque sé que me faltan tantas otras. Puede que la culpa no sea de los redactores, aunque sí podrían verse implicados si las usan por comodidad, facilismo o por querer vender cosas a cuenta de mentiras.

Qué linda y necesaria es la verdad en lo que hacemos, hasta la verdad que incomoda. Y es que son tiempos de tanta información irrelevante, promesas rotas y noticias falsas que lo mínimo que deberíamos hacer en publicidad es ser frontales con la gente. Es algo que me encantaba de la última agencia que estuve. Su claim; “Truth well told”. Su manera de hacer estrategia buscaba verdades y ponía a todos a debatir cuál era la más fuerte e importante. Sin embargo, eso no siempre garantizaba de que el mensaje final fuera una verdad. Es que la estrategia siempre ayuda a encontrar verdades, pero todo dependerá en manos de quién caiga esa valiosa información y cómo se la sepa manejar. A veces, y muchas veces, también depende de qué anunciante esté de por medio.

Ante eso me surge la duda ¿sabemos manejar la verdad? O peor aún ¿conocemos su valor? Pongamos en contexto actual el conocido anuncio de “Lemon” de Bill Bernbach. ¿Cuántos anunciantes de hoy se animarían a poner la foto de su producto y un titular que signifique rechazo o defectuoso?. El aviso de Bernbach expresa la perfección de un auto y la exigencia en su fabricación de un modo impecable, diciendo la verdad hasta de un modo arriesgado. Eso que ya no se hace, o que se hace muy poco.


Si como personas nos cuesta confiar en la gente ¿por qué al comunicar marcas debemos recurrir a mentir? La gente no necesita que le digan que algo es mejor, necesita sentir que algo es confiable y ellos sabrán concluir si es o no mejor.

Entonces ¿A qué debemos esa obsesión ilógica de mostrar perfectas a las marcas que comunicamos? ¿Para qué los anunciantes gastan tanta plata aprendiendo a definir personalidad de marca si no se entiende que las personas son imperfectas y que por ende, las marcas también? Por qué le temen a titulares y anuncios que suenen negativos pero sinceros, que muestren a sus marcas con errores, al igual que sus consumidores.

Una arriesgada y brillante manera de hablar bien de uno mismo aunque parezca lo contrario.
Burning Stores - David Miami. 

Colegas redactores, escribamos historias basadas en verdades. Sé que es más largo y difícil, pero lo vale. Dejémonos de tonterías afirmando que algo es mejor o más barato, dejemos de escribir ambigüedades o mentiras que la gente no es tonta, la gente piensa con el corazón y es ahí donde hay que llegar. Pero amigos, no se llega de otra forma que con la verdad por más incómoda que sea. No hace falta de que vetemos palabras, simplemente escribamos por el camino difícil, ese en el que cuesta vender pero complace lograr.


No somos perfectos, se nos acabó el pollo y fue una semana horrible.
La gente perdona los errores, nunca perdona los engaños, lamentablemente
la publicidad está llena de ellos.


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