PASIÓN Y RATING

Frente al micrófono, el experto da cátedra, pero el necio hace circo. 

Y sí, la personalidad y criterio del periodista se pone a prueba cuando se aproximan grandes acontecimientos como un Mundial, y lamentablemente, en tiempos en los que nos dominan las distracciones, quienes logran captar la atención, también se llevan el rating, la audiencia y el dinero. 

Y ese es el principal problema que tenemos.

Que un grupo de jugadores profesionales de fútbol que se han preparado por años para ser elegidos por la selección de su país, de repente, queden a merced de críticas que no tuvieron ni segundos para ser pensadas. Que un deporte que nos ha dado momentos tan especiales, llegue de pronto a ser deshuesado por unos pocos paneles de camorristas hambrientos de rating, capaces de dejar a un lado las esperanzas y posibilidades para dar espacio a los debates agitados y ofensivos porque eso entretiene en televisión.

Por favor, podemos estar a de acuerdo o en contra de las decisiones de un técnico o las capacidades de un futbolista, pero primero dejemos que los partidos se jueguen. Hablemos de los hechos con más criterio, pasión equilibrada y menos juicio desmedido. Por el bien del fútbol y de la afición.

Cuando un país tiene un gran equipo de fútbol que lo representa, merece como audiencia debates a la misma altura; que los medios de comunicación sean también medios de integración, y que tras las pantallas y bocinas termine este bochorno, en el que grita más el insensato, exige más el perezoso y critica más el anodino.

Jugadores, es mejor competir en un Mundial con un poco de sordera. A todo, menos a los cantos de la hinchada. Que al final del día, los goles despiertan los gritos de los fanáticos, pero también callan los comentarios inoportunos de los necios. Que por más agitados o tecnológicos que sean los debates sobre el juego y su estrategia, es la incertidumbre y la sorpresa lo que le da su magia.

Es que eso queremos del fútbol: más cachas con goles y menos comentarios fuera de juego.