Perdamos la cabeza

Desde la culpa hasta la tristeza,

del prejuicio a la vergüenza,
por el bien del corazón y del mundo:
Por favor, perdamos la cabeza.

Que en estas semanas la terapia ha funcionado:
vivir el presente, agradecer lo caminado,
salir a pasear sin rumbo ni apuro
y dejar que las emociones lleguen,
Que pasen, y no lleguen a mi futuro.

Que esclavos de esta sociedad ya somos todos,
y para escapar de la cárcel mental
hay que inventarse modos:
recordar que la vida es breve
y que por miedo y supervivencia
matamos oportunidades
provocando dolor y ausencia.

Así que, por favor, por nuestro bien,
perdamos la cabeza.
Amemos con intensidad, locura y fortaleza.
Seamos la razón por la que alguien
vuelva a encontrarle a la vida la belleza.
Que hay personas que mágicamente llegan
cuando dejamos de creer que nuevos amores vengan.

Porque la mente siempre querrá respuestas,
pero el corazón guarda las anécdotas.
Saltemos al vacío de las ilusiones,
demos rienda suelta a nuestras pasiones,
vayamos sin culpa a los brazos que quieran recibirnos,
que el tiempo corre y todos vamos a morirnos.

Y con estas rimas infantiles
y esta poética de servilleta,
insisto: todos, alguna vez,
Perdamos un poco la cabeza.
Estamos en un universo tan grande y maravilloso
como para creer que saldremos solos
de este loco y profundo pozo.

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