De los mecanismos de defensa

Es así: comparemos nuestros mecanismos de defensa con las minas antipersonales de la guerra, es que en verdad resultan ser básicamente lo mismo.

Instaladas en épocas de conflicto, enfrentando a un violento enemigo sentimental, que con el tiempo y el arduo combate, se fue, o lo dejamos. Sin embargo, las minas antipersonales, se quedan ahí.

Y en tiempos de paz resultan ser aún más peligrosas, hieren a quien ingenuamente se acerca, al inocente, al noble, al sincero, al equivocado. Mutilan las extremidades del amor verdadero, sacrifica a sangre fría las buenas intenciones, destruye a la gente que lleva esperanza y verdadera paz. Simplemente, lo arruina todo.

Hagamos un acuerdo de entregar las armas, amor. No quiero caminar con cuidado por tus sueños recientes y que ello ponga en riesgo mi vida, vamos a convencernos que aquellas armas son inútiles si queremos expandir nuestras fronteras y entendamos que no quiero gobernar tu reino, simplemente quiero compartir mi castillo contigo.

Dejemos las armas. Conmigo, ya no las necesitas.


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