Solo me estoy despidiendo
Se viene el borrón.
Y no va de nuevo.
Aunque nadie sabe qué viene después del borrón.
La verdad es que, tras tantos errores,
ya no basta con tachar.
Mejor arranco la hoja entera,
aunque sea la última que me quede por llenar.
La vida no me dio prórrogas,
pero viví lo que pude,
con la intensidad de quien sabe
que no hay tiempo para pausas largas.
No se encariñen.
Voy de paso.
Y el escape ya tiene coordenadas.
No se asombren si me ven sonreír,
si me oyen cantar más fuerte o abrazar más largo.
Es solo mi manera torpe de decir adiós
sin que parezca que me estoy yendo.
Me fundí las últimas inversiones en pasajes,
no hay sentido ya en seguir ahorrando.
Renuncié a dar clases, no por falta de tiempo,
sino porque dejé de creer en el calendario.
Mi perrito—mi mejor compañero—
tiene los meses contados.
Y yo, tal vez, unos pocos más.
Solo los necesarios para despedirme bien
de todo y todos,
y quizás, si me queda aliento,
intentar algo espiritual.
No fui líder ni faro,
ni padre ni promesa.
No fui portada ni postal.
No fui el nombre de una calle,
ni el recuerdo tibio de alguna mujer importante,
ni el hermano ejemplar,
ni el amigo que siempre se busca.
Fui lo que se pudo.
Y por eso, gracias.
Aunque me voy,
no por tristeza,
sino por cansancio de seguir buscando sin encontrar.
México será la siguiente parada.
A ver si el mundo, o yo,
cambiamos de parecer.
No nos encariñemos,
que aunque no lo noten,
solo me estoy despidiendo.
Comentarios
Publicar un comentario