Dosmilcatorce

He decido que hoy, tú no mueres, yo te mato.

Y sí, te siento sobre la silla de acusados, te miro con desconfianza, y contengo las ganas de golpearte. 2014, fuiste un año que estuvo planeado, pero de otra manera, con tu giro inicial hiciste nacer a mi peor versión y dejaste que haga daño a tanta gente que no lo merecía, a todos, excepto a quien sí era lógico hacerle daño. Bueno, al menos descargué un par de improperios, con eso me siento en paz.

Mueres pobre y olvidado, luces como anciano abandonado en un hospicio de mala muerte, pasas por mi vida sin pena ni gloria, lejos de cualquier memoria que merezca recordar, cojeas como lo hiciste desde nacer, tu ocaso veraniego no esconde tu mal proceder. No quiero volver a verte, ni volver a verme como fui este año, pues así jamás fui y jamás volveré a ser.

Comprendo que la letra con sangre entra, por eso fuiste un buen maestro. Me enseñaste que la constancia logra premios y las vacaciones pueden ser gratuitas, me enseñaste que muy desde el sur puede haber una persona que me muestre mi norte, me enseñaste que la compañía es fácil de obtener, pero difícil de mantener, me enseñaste que no importa regalar un anillo si puedes recuperar el dinero vendiendo una bicicleta y un celular, me pusiste en un accidente de tránsito, en el que resulté ileso, por desgracia.

Contigo gané unas cuantas medallas que costaron sudor y constancia, gané confianza y me fortalecí profesionalmente, perdí unas cuantas libras, perdí "amigos" aunque dudo los vaya a extrañar, perdí el respeto a mi casa, perdí mi sobriedad varias veces, y la paciencia unas cuantas más. Perdí varias cosas, pero al final me encontré.

No sé, quizás yo no te planifiqué así, pero estoy seguro que Dios sí lo hizo, quizás para esta fecha ya hubiese tenido un satanizado estado civil, una factura de abogados, platos rotos en la basura, un auto vendido, un pasaje comprado, una mancha en la conciencia y muchas preguntas familiares que evadir. Quizás fuiste un año adecuado, no lo sé.

No es personal dos mil catorce, lo digo mientras sostengo el revólver en tu frente, piensa en un lugar feliz, como el que imaginé que serías tú y no lo fuiste, toma un último suspiro, que desde aquí, me encargo yo.

¡BUM!

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