Ya no estamos, segunda parte



Lo dije hace mucho tiempo y las cosas no han cambiado: ya no estamos.
Ya no estamos para reparar personas que se buscaron romper o repiten el mismo patrón.
Para cargar traumas ajenos, ausencias paternales, ni ser terapeutas de nadie.
Por mucho que las amemos.

Ya no estamos para tolerar la inmadurez ni la indiferencia;
para cubrir los gastos de quienes viven sin conciencia;
para rescatar a la media noche a quien vive con imprudencia,
para criar hijos que no nos pertenecen,
para pasar por alto la ignorancia y el desorden
ni evitar el “cringe” que provocan quienes se exhiben en Internet 
Se publican llorando
o gritando su despecho en conciertos o en su cuarto.

Ni para gente sin disponibilidad emocional,
sin responsabilidad afectiva,
sin claridad sentimental,
sin coherencia conductual
ni estabilidad emocional.

Uno tiene que sanarse primero:
saberse suficiente en esta puta sociedad prejuiciosa, cerrada y egoísta.
Entender que el perdón es necesario y que el autoperdón es obligatorio.
Que sentirse bien no es permanente y que eso también está bien.
Que el corazón sana, como todas las heridas que se dejan en paz,
o que al menos se dan la oportunidad de empezar algo sano para avanzar.

Ya no estamos para no entenderlo.

Tampoco estamos para seguir encerrados en nuestras celdas sociales,
encasillados en prejuicios mentales,
atrapados en nuestras mediocres ciudades,
ahogados en el miedo constante
y adictos a fingir en redes sociales.

Hay que pasar la página, ver el mundo, amarse primero,
Corregir los defectos, entender el contexto, 
levantar pesas, reír a menuda y exorcizar demonios.
Porque ya no estamos para mantenerlos vivos.

Y con el alma rehabilitada,
el corazón con hambre,
despierto en esta cama grande
sabiendo que no cualquiera puede habitarla;
con esta sensación de suficiencia, pero también de añoranza;
de que ya no estamos para jugar
ni para ser otra vez un juego.

Estamos para perder la cabeza por alguien,
pero no perder el tiempo por nadie.
Para darle nuestra presencia a quien la valora.
y un amor bonito a quien eso atesora.

Porque ya no estamos para ser escala de nadie.
Ni ser albergue de gente sin rumbo,
Estamos para ser destino, 
ser alguien para compartir el camino.

Ya no estamos para insistir ni decir mentiras,
ya no estamos para 
el amor moderno y sus tonterías.

Comentarios

Entradas populares