Borrador número vente

(Escucha una de las canciones al final de este post mientras lo lees, le da un tono reflexivo / violento al artículo. Haz la prueba, es loquísimo como lo cambia todo)

Y es que ya no resulta difícil, resulta tonto.

Este resurgir de las cenizas, este perfeccionamiento de identidad, este  disfraz de ciudadano ejemplar, esta corbata con nudo bonito, este historial crediticio impecable, este valor de la honradez y toda esa basura.

Apenas el sol empieza a cumplir con su trabajo, buscamos en el armario algo que nos decore la autoestima, una noticia positiva que endulce el café soluble, abrir la ventana para darle un vistazo al mundo y sentir que a veces le falta aquel letrero del Hades de La Divina Comedia: “¡Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza!".

Y es que ya parece un universo infestado de conformismo, de simplemente existir, de ser puntuales con la hipoteca, de responder con el pago mínimo y en algunos casos, con el mínimo esfuerzo. Infestado de intenciones sin demostrar, de palabras sumidas en el silencio, de ganas ahogadas al primer fracaso, de sacar a pasear las tristezas por los pasillos del Supermaxi, de ir por ahí, viviendo, porque es lo que hay.

Suena muy pesimista todo esto. Lo sé.

Es que todo puede ser más simple y más bonito, pero es que nosotros mismos nos hemos complicado la puta existencia. O acaso el sistema es totalmente absurdo, o la cordura está demasiado sobrevalorada. 


¿Lo notaste?

Comentarios

Entradas populares