Qué decirle
A ver, llevo pensando un rato
qué escribirte, cómo saludar sin llegar a dar interpretaciones de un modo de
ser ajeno al mío, y eso está difícil. Verás, pasa que no me parezco mucho a
todos los demás, por eso descarté inventar algo sobre el clima, la última
canción de moda, bares que aparentaría frecuentar, de lo caro que está todo, hacerte un cumplido prematuro o
tocar las intrascendentes pero comunes cosas que rompen silencio y logran un diálogo
a veces vacío, pero parecería que funcionan con otras personas. No sé.
Y es que estaba pensando en
alguna frase para adivinarte, deducir tu carácter, ver si ríes con facilidad o
si te enojas por cualquier tontería. Una frase novedosa, silente, adecuada, que
te deje con el misterio de hablarme de nuevo, con la extraña e invasiva inquietud de que pienses por un minuto qué decirme después, algo así.
Reconozco que me gustan las
palabras, pero he descubierto que son bastante caprichosas, porque cuando se
trata de orientarlas hacia ti, se ponen inquietas, indecisas, desordenadas y confusas. Sabotean
mis intenciones y arriesgan peligrosamente mis posibilidades. Sigo pensando qué decirte, pero
es que esta nueva manera de conocerse es como una lotería con mucho que ganar y
mucho que perder, miro tu foto nuevamente y sí, confirmo lo dicho, hay mucho qué perder.
No sé, aún no se me ocurre nada.
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